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Real Academia de Mancora (tercera parte)

El sueño de ir a Lima a jugar a la Copa de la Amistad comenzó a cumplirse mágicamente mientras pasaban los meses. La ilusión iba materializándose en hechos.

Aunque mi campaña consiguiendo el dinero para ayudarlos no fue en absoluto exitosa, en Mancora el éxito estaba lográndose. Se iban consiguiendo recursos para cumplir el sueño y las victorias de los niños futbolistas mancoreños fueron decisivas para ello.


Cuando el pago para la inscripción fue realizado, estábamos a un paso. Con la mitad del alma a 1164 KM de carretera (hacia el sur para ellos, hacia el norte para mí).

Zen y yo no veíamos las horas de reencontrarnos con los niños. Él: muy enfocado entrenando desde lejos para llegar a Mancora a hacerlo con el equipo. Ellos: jugando fútbol bajo un cielo interminable entre goles, risas y discusiones. Todos amando el fútbol.


Vacaciones. Navidad. Año Nuevo. Por fin salimos de Lima. Otra vez con una bolsa de pelotas y un arco plegable bajo el brazo. Yo iba un poco nerviosa: los niños se habían quedado sin preparador físico.


Dispuesta a entrenar a los chicos con lo poco que sabía sobre el tema llegué a Mancora ilusionada y nerviosa. Fabián, el dirigente y ahora entrenador que viajaría a Lima a dirigir a los chicos, me pidió apoyarlo en los entrenamientos. Que él saldría del trabajo algo tarde y llegaría para dirigirlos en los partidos del final del día.

Entrené a los chicos valientemente durante dos días y luego apareció un argentino (como Messi). Así mágicamente como pasan las cosas en aquel lugar, así apareció. Con el corazón infinito como el cielo de Mancora. Apareció para ofrecer su ayuda voluntaria como una sonrisa. Que entrenaba niños allá en Argentina. Que extrañaba hacerlo. ¡Qué bien que aparecimos todos!


Felices y llenos de futbol comenzó a pasar el tiempo. Los niños entrenaban casi todos los días. Otra vez recordaba que había talento. Jugaron un par de partidos en el coliseo de fulbito y los ganaron. Las victorias nos dieron confianza para viajar a Lima con optimismo y más ilusión. Viajar. Salir de Mancora. Conocer la capital. Jugar futbol representando a su pueblo. Jugar. Más que ganar se quería experimentar la totalidad de este evento.

Participar en la Copa de la Amistad igual que Messi.


Llegó el día de salir de Mancora. Llegó el día de llegar a Lima.

En la Copa de la Amistad vimos equipos con mucho nivel. No clasificamos pero participamos felices. Orgullosos. Pasamos una semana increíble e inolvidable.


Dejaré que las imágenes en el video hablen por mí ya que las palabras no alcanzan para contar la experiencia tan maravillosa que vivimos.

Otra vez esta historia se queda abierta. Hasta que nos volvamos a encontrar con los niños de la Real Academia de Mancora.





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